Espiritualidad Juvenil Salesiana

Frente a las necesidades de los muchachos de su época, especialmente los más pobres, Don Bosco quiso dar una respuesta. Quería que experimenten que Dios los amaba, que Jesús era el amigo que precisaban para su vida.
Así comenzó una historia que nació en un lugar concreto: el Oratorio de Valdocco; donde los jóvenes estaban invitados a vivir "siempre alegres, con Cristo, en la Iglesia, para el Mundo, como María".
Hoy los invitados somos nosotros. Los tiempos cambian y no basta con decir y hacer igual que Don Bosco. Por eso buscamos las características fundamentales para poder imitarlo desde dentro. Y después, movidos por los mismos sentimientos y valores, tener las actitudes y gestos concretos en el mundo de hoy.
La siguiente frase expresa los núcleos fundamentales de la Espiritualidad Juvenil Salesiana:
- SIEMPRE
- ALEGRES
- CON CRISTO
- EN LA IGLESIA
- PARA EL MUNDO
- COMO MARÍA
La vida diaria como lugar del encuentro con Dios:
El lugar privilegiado de encuentro con Dios es la vida y los espacios donde ésta transcurre cada día. La familia, el aula, el trabajo, la calle, el patio, la fábrica, la oficina, los espacios de organización ciudadana y de participación política son los ambientes y las oportunidades para expresar nuestro amor a Dios y a los hermanos.
Descubrimos a Dios en los deberes de cada día y mostramos amor cumpliendo nuestras responsabilidades
lo mejor posible.
Vivimos con alegría y optimismo:
Don Bosco, en su tiempo, ofreció a los jóvenes excluidos la posibilidad de experimentar la vida como fiesta, y la fe como esperanza que alimenta y sostiene la felicidad en medio de las pruebas, como nos lo enseñó Jesús en las Bienaventuranzas (Mt. 5, 3-2; Lc. 6, 20-26).
Por eso, la música, el teatro, las excursiones, el deporte y la alegría diaria de un patio, son elementos
educativos muy importantes, que permiten saborear la victoria del creyente en medio de la batalla del mundo. El reconocer la presencia amorosa de Dios en cada momento de nuestra vida, confiándonos en sus cuidados de Buen Pastor (Cfr Jn. 10,11-18), nos hace enfrentarnos a la vida con optimismo y sincera alegría, convencidos de que con Dios se supera cualquier problema.
Somos amigos de Jesús:
Cristo hecho Palabra nos va transformando. Cristo hecho alimento nos mantiene vigilantes del tesoro encontrado: la gracia de Dios. a vivir las consecuencias del Evangelio y nos relacionamos con Él como con un amigo cercano al que se le confía todo y por quien se hace cualquier esfuerzo.